¿Qué son los seguros de inversión?

Pólizas

En este artículo podrás informarte acerca de

 

 

Cuando se habla de invertir son muchas las dudas que se generan ante el abundante abanico de posibilidades y riesgos. Existen opciones distintas a los productos comúnmente utilizados con el fin de ahorrar y, en este aspecto, elegir bien dónde depositas tu dinero para el futuro puede suponer una gran diferencia. Decantarse por un fondo de inversión, un plan de pensiones o un depósito bancario al uso son sólo algunas de las posibilidades, pero, sin embargo, cada vez son más las personas que recurren a los seguros de inversión como alternativa. Descubre cómo funcionan y sus principales ventajas en este artículo.

Definición de seguros de inversión

Los seguros de inversión o seguros de ahorro son productos financieros que tienen por objeto garantizar una cierta rentabilidad a un capital que es depositado durante un plazo de tiempo que se pacta previamente entre las partes. 

Este tipo de producto está previsto para todo tipo de clientes, pero su rentabilidad es mayor si se aumenta el periodo de inversión a varios años. Si bien no se caracterizan por tener un interés muy alto, sí es cierto que fomentan la creación de un ahorro estable y continuado con el paso de los años. 

No es necesario acudir a una entidad bancaria para contratar un seguro de inversión, ya que están gestionados por compañías aseguradoras

Los seguros de inversión son una herramienta de ahorro que permite generar un capital durante un periodo de tiempo determinado de una manera cómoda, sin demasiadas preocupaciones. Además, debemos tener en cuenta que no sólo existe un tipo de seguro de ahorro e inversión, hoy por hoy nos encontramos diferentes modalidades para que cada persona pueda elegir el que mejor se adapta a sus necesidades.

¿Qué es un seguro de ahorro e inversión?

Ahora que sabemos la teoría, veamos cómo funcionan y sus puntos clave. En ellos, el asegurado abona una prima que puede ser única o periódica y la compañía establece un periodo temporal en el que no se podrá rescatar el dinero. Lo más frecuente es que la inversión se centre en activos financieros más conservadores y su plazo temporal promedio sea de unos dos años de forma aproximada, por lo que hablamos de un producto que ofrece beneficios a medio plazo. Estas son sus principales características:

  • Son pólizas que, en su contratación, asocian una rentabilidad al capital depositado durante el tiempo que se establezca. Tanto el capital como los beneficios obtenidos por el interés se recuperan en el momento en el que expira el plazo. Esto no significa que sea un proceso cerrado, ya que el cliente puede ir realizando aportaciones siempre que el seguro esté en vigor, si así lo considera oportuno.
  • Su flexibilidad permite personalizar el ahorro durante el periodo de tiempo que el cliente necesite, por lo que no es necesario esperar a la jubilación como con un plan de pensiones o al fallecimiento del asegurado para disfrutar de la inversión. 
  • La rentabilidad no es uniforme, ya que dependerá de la compañía en la que se contrate la póliza y de las condiciones. De una forma aproximada, el interés ofrecido suele variar entre el 2 y el 5%, con la tranquilidad de no depender de cómo se comporten los mercados financieros para conocer la rentabilidad final, ya que se conocerá desde el momento de la firma de la póliza. Normalmente, el interés es creciente y suele partir del 1% hasta llegar incluso al 5% al final del periodo de validez. El interés obtenido puede ser cobrado año tras año, sin esperar al vencimiento del contrato, lo cual asegura no tener problemas de liquidez que se prolonguen durante demasiado tiempo. 
  • Fiscalmente, tienen un atractivo muy importante ya que, si se mantiene el seguro durante el periodo mínimo que marca la ley, que es de 5 años desde la primera aportación, los intereses obtenidos están exentos de tributación. Esto supone que al ahorro propio del producto se unen las ventajas fiscales, un ahorro secundario muy interesante. 
  • El capital garantizado será siempre de, al menos, un 85% de las primas durante los primeros años de duración y del 100% a partir del quinto año
  • Es importante que se cumplan las condiciones firmadas en el momento de su contratación, siendo la principal que la edad del asegurado esté entre los 18 y los 65 años.
  • Estos productos no tienen comisiones de mantenimiento o de gestión asociados.
  • Otra de las ventajas que ofrecen es que están pensados para el público general, que no entiende de tecnicismos ni quiere sorpresas de última hora. Para ello, las principales compañías que los gestionan tienen paquetes diversos, diseñados para permitir que los clientes puedan elegir entre varias alternativas.
  • Se pueden realizar rescates parciales de forma puntual, lo cual proporcionará la liquidez que pudiéramos necesitar en ese momento. El porcentaje a obtener de nuestro seguro varía en función del tiempo que lleve en vigor. Desde el segundo año podemos solicitarlos, comenzando en un máximo del 15% e irá descendiendo paulatinamente hasta el 1% al final. Hay que tener en cuenta que estas devoluciones anticipadas conllevan una serie de penalizaciones y comisiones, pero estas condiciones ya las conoceremos de antemano en el momento de la contratación. Por ello este producto solo es rentable si pretendemos mantenerlo a medio o largo plazo, ya que a corto plazo puede ocasionar pérdidas.

¿Cuáles son las inversiones más seguras?

Si quieres invertir y quieres conocer cuáles son las opciones más seguras también deberías conocer de antemano que en el mundo del ahorro, un menor riesgo suele conllevar mayor restricción en cuanto a los plazos para contar con liquidez y/o menor beneficio. Por ese motivo los seguros de ahorro e inversión se han convertido en un producto tan popular dado que presenta un equilibrio muy beneficioso para el inversor, que le permite optar por una buena rentabilidad, unos riesgos comedidos y unos plazos determinados considerados de duración media.

No obstante, si hablamos de las inversiones más seguras no podemos dejar de mencionar los Bonos del Estado o los bonos de grandes empresas, los depósitos a plazo y las cuentas de ahorro o la compra de inmuebles.