¿Qué plan de pensiones elijo? Recomendaciones por edades
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Los datos muestran que el número de personas que va terminando su etapa como trabajadores crece año tras año, y se augura un crecimiento muy notable en breve, con la llegada a estas edades de los conocidos como “baby boomers”, que en España, engloba a los nacidos en la década de los sesenta del siglo pasado, años en los que se pudo ver un aumento notable de la natalidad
Sin embargo, el número de contribuyentes al sistema de seguridad social, encargado de la administración de los planes de pensiones, no crece a la misma rapidez, debido a los problemas laborales que se han ido encontrando las diferentes generaciones. Esto puede convertirse en un problema que termine afectando a la cuantía de las pensiones a percibir una vez alcanzada la edad de jubilación.
Pensando en esa fecha -la edad de jubilación-, no son pocos los españoles que están empezando a buscar la manera de complementar la futura pensión con unos ahorros que se destinen de forma única a asegurar el acceso a ese extra para la paga de jubilación generada por el trabajo. Este es el objetivo principal de los planes de pensiones.
Ahora bien, ¿cuándo es el mejor momento para contratar mi plan de pensiones? ¿Cómo se puede hacer para que el capital crezca, aparte del dinero que mensualmente voy a destinar? O, incluso, ¿cómo hacer para que no se pierda dinero? La respuesta a estas preguntas está en el equilibrio entre dos factores: la edad y el perfil de riesgo.
La edad y el perfil de riesgo
Hay una máxima en el ahorro que no es discutible: cuanto antes se empiece a ahorrar, mejor. Independientemente de si acabamos de empezar nuestra vida laboral o nos encontramos en un punto intermedio lo cierto es que cuanto antes comencemos nuestro ahorro para el plan de pensiones, tanto mejor.
Sin embargo, no deja de ser cierto que esa cantidad de dinero que reservamos mensualmente está sujeta a la inflación y gastos y a comisiones, por lo que nos interesa que esa cantidad se vaya invirtiendo, de manera que pueda generar unos intereses que por lo menos, sean mayores que la inflación, las comisiones y los gastos. Y, además, existe la opción de que esos intereses sean altos, y el plan de pensiones pueda convertirse en una inversión real.
Aquí entra en juego la aversión al riesgo de cada uno. No hay beneficio real que se genere sin asumir un riesgo de mercado, por lo que nuestra inversión en activos de riesgo, como pueden ser las acciones bursátiles, va a determinar también el tipo de inversor que somos, y, por tanto, el producto de ahorro e inversión más adecuado a nuestro perfil.
De agresivo a conservador: un tránsito a la jubilación
De acuerdo con todo lo anterior, un perfil agresivo busca un mayor beneficio, aunque para ello deba asumir más riesgo de pérdidas en una operación. Su plan de pensiones va a estar basado principalmente en la renta variable, a la que puede llegar a destinar hasta un 80% del capital, dejando sólo un 20% destinado a renta fija. Los planes de pensiones suscritos por clientes menores de 35 años pueden perfectamente encontrarse en esta situación: aún tienen mucho tiempo para compensar posibles pérdidas, mientras aumentan su capital con las posibles ganancias.
Un perfil equilibrado busca ir rebajando su exposición al riesgo, tratando de que la parte de su capital que queda garantizada vaya creciendo al tiempo que se reduce el tiempo en el que podríamos compensar posibles pérdidas. Así, para aquellos que se encuentran en un tramo de edad entre los 35 y los 45 años, se puede hablar de un 70/30 de exposición a renta variable y renta fija.
A medida que nos acercamos al siguiente tramo de edad, y dado que los planes de pensiones presentan la característica de la flexibilidad en el traspaso de cantidades, es posible que vayamos reduciendo el porcentaje que dedicamos a la renta variable, y aumentando el dedicado a la renta fija. Así, podemos ir pasando a un 60/40, después a un 50% de capital a cada una de las rentas, hasta que llegados al grupo de edad comprendido entre los 45 y los 55 años hayamos invertido los porcentajes, pasando ahora a dedicar más cantidad de dinero a la renta fija que a la variable, mediante un 40/60 o incluso un 30/70, asegurando así de forma más fehaciente nuestro capital.
Llegados a este grupo, los planes individuales de ahorro sistemático, conocidos por sus siglas -PIAS- así como los seguros individuales de ahorro a largo plazo -los SIALP- se han podido convertir en nuestro mejor aliado. Recordemos que se trata de un producto que ofrece una rentabilidad asegurada, inferior por supuesto a los planes de pensiones de corte agresivo, así como un acceso a la liquidez mayor que un plan de pensiones habitual, sin dejar de lado las ventajas fiscales.
Finalmente, nos encontramos con el perfil conservador, que es el que tiene aquel inversor que no quiere correr riesgos con su inversión, y que prefiere rentabilidades menores, pero sin tener que preocuparse por posibles pérdidas. Cuando pasamos a formar parte del grupo de los 55 a los 65 años, podemos pensar que es mejor no poner en riesgo lo que ya hemos juntado con tanto esfuerzo. Podríamos pensar en un plan de pensiones que dirija el 80% a renta fija, dejando solo un 20% en renta variable, o incluso un plan de pensiones con exposición cero al riesgo, y la dedicación del 100% del capital a la renta fija.