Cuidar nuestra higiene bucodental no sólo es necesario para tener una buena sonrisa, también para tener una buena salud.
Los hábitos que nosotros tenemos adquiridos son también un ejemplo para nuestros hijos, ya que ellos tienden a copiar nuestras conductas. Y el cepillado de los dientes es una de esas “tareas” diarias que los niños tienen que adoptar como una rutina fundamental.
Es muy común, entre el grueso de la población que tras el lavado de los dientes se proceda a hacer un enjuague bucal. Sin embargo, frente a la creencia popular de que estamos completando nuestra higiene, es un error.
Simplemente tenemos que escupir exceso de pasta de dientes y finalizar. No es necesario aclararse con agua. Al menos así lo afirman desde el Servicio Nacional de Salud de Escocia, que tras un estudio afirma que está demostrado que enjuagarse tras haberse cepillado los dientes “reduce el efecto preventivo de caries que tiene la pasta dental con flúor”.
Elegir una buena pasta de dientes es otro de los pilares a adoptar para tener una buena higiene bucal. Es fundamental que los padres se aseguren de que los niños utilizan una pasta dental adecuada, que además les prevenga de la caries dental. Para que sea lo más completa posible La mejor opción es usar una pasta que lleve flúor.
La boca debe cepillarse después de cada comida o, por lo menos, tres veces al día si comen en el colegio. En el caso de los bebés, debemos comenzar a iniciarles cuando empiezan a tener los primeros dientes.
El cepillo debe ser adecuado a su edad y la pasta de dientes también. Para saber cuál es el que tienen que utilizar en su etiquetado debe indicar una concentración de flúor de 500 partículas por millón (500 ppm ion fluoruro). Se recomienda no usar una concentración superior ya que podría dañar sus dientes.
Una cosa muy importante: debemos acostumbrar a cada niño a no comer nada después de haberse cepillado los dientes.