Las heridas que suelen salir en la zona de la mucosa de la cavidad oral, como el interior de las mejillas, la lengua, el paladar blando o la base de las encías, son lo que se conocen comúnmente como llagas, aunque su nombre correcto es el de aftas bucales.
Las aftas son pequeñas heridas con forma redondeada u ovalada, de color blanquecino o amarillento, que normalmente suele presentar un halo rojizo alrededor. Su tamaño oscila entre los 3 y los 8 milímetros y pueden aparecer en la cavidad bucal solas o en varios grupos de hasta 20 o más. Aunque no son graves, son muy molestas y afectan a nuestra calidad de vida ya que son dolorosas.
Existen tres tipos de aftas en función de su morfología.
También se pueden diferenciar las llagas entre lesiones agudas, crónicas y recurrentes. Las de tipo recurrente, son las que afectan al 20% de la población general, y suelen aparecer por primera vez durante la infancia, aunque afectan más es durante la adolescencia y durante el comienzo de la edad adulta. Con el paso de los años, es más difícil padecerlas.
Aunque pueden existir diversas causas y no siempre se sabe por qué aparecen, las más comunes suele aparecer como causa de un traumatismo, como un roce, un golpe o porque te has mordido.
Algunas de ellas pueden aparecer por los siguientes motivos:
Normalmente las llagas se suelen curar solas, pero para acelerar el proceso, los expertos recomiendan no tomar comidas que lleven muchos condimentos y reducir la ingesta de alimentos ácidos, como los cítricos. También se puede aliviar el dolor y tratar la inflamación con anestésicos locales o antiinflamatorios tópicos, que debe recetarte un odontólogo. Igualmente son útiles algunos remedios caseros como enjuagarse la boca con agua y sal.
Algunas formas de tratar las aftas son:
En los casos en los que las llagas son más persistentes y requieren más de dos semanas con cuidados personales para sanarlas o son recurrentes, aparecen más de dos o tres veces al año, tienes que acudir al médico para que determine otros posibles desencadenantes.