Hay muchos factores en nuestra vida diaria que acaban siendo ladrones de nuestro sueño. Las jornadas laborales interminables, los atascos para llegar a casa, el gimnasio, los niños, la casa…y cuando acaba toda esta vorágine queremos sentarnos un rato en el sofá para ver un capítulo de nuestra serie favorita. Al final acabamos con la sensación de que a los días les faltan horas y como consecuencia le restamos horas a nuestro descanso.
Cuando sufrimos de insomnio, no solo nos sentimos más cansados y despistados, es nuestra salud la que también se resiente. Además del malestar que notamos en los primeros minutos cuando nos despertamos, el hecho de no dormir del tirón nos produce un efecto en cadena que repercute sobre nuestro organismo.
Por tanto, si renunciamos a un sueño reparador estamos comprometiendo el funcionamiento de nuestro cuerpo y haciendo que trabaje con unos recursos muy limitados y desgastándose más de lo que debería.
Dormir mal influye tanto en la concentración y la atención, así como en el estado de ánimo de una persona. De hecho, según los expertos, este trastorno con el tiempo puede desarrollar ansiedad y depresión. Igualmente, repercute en el rendimiento escolar, laboral y social. Además, dependiendo del trastorno que se tenga, puede acarrear consecuencias importantes.
El insomnio es el trastorno más frecuente y llega a afectar hasta el 30 por ciento de las personas. Un dato un tanto escalofriante si tenemos en cuenta que la apnea del sueño afecta del dos al cuatro por ciento de la población española
El insomnio crónico es una de las grietas por las que pueden llegar a nosotros importantes problemas de salud. Una investigación publicada en la revista "Journal of Psychiatric Research" revelaba que el insomnio crónico podría favorecer la acumulación de placa amiloide en el cerebro, causa de Alzheimer.
Y si eres mujer, tienes el doble de probabilidades de padecer insomnio. La mala suerte de sufrir vaivenes hormonales, especialmente en la menopausia, pero también sufrir una mayor tendencia a padecer ansiedad.
Uno de los primero afectados por la falta de sueño es nuestro cerebro, y si este está cansado que sepas que es un cerebro disminuido. Aquellas personas que duermen menos tienen más torpeza mental, por lo que cometerán más errores que aquellos que descansan adecuadamente.
La falta de sueño afecta al cerebro generando un bajo rendimiento, por lo que la persona no estará fresca durante el día, ni pensará con agilidad, lo que le originará falta de concentración y no prestará la atención debida.
Por la falta de sueño la memoria empieza a fallar. Mientras duermes, tu cerebro fija y organiza los recuerdos y establece las conexiones para crear nuevas ideas. Según un estudio de la Universidad de Michigan, la memoria no solo se almacena, también se construye cada día; por eso, si no duermes, puede traicionarte con falsos recuerdos, situaciones que no han ocurrido.
Otro efecto es que el azúcar se descontrola. Dormir mal dificulta la secreción de insulina y, por tanto, la capacidad del organismo para procesar la glucosa. Esto provoca que se dispare el riesgo de tener niveles altos de azúcar en sangre.
Otra investigación revela que el insomnio interrumpe la actividad normal de los glóbulos blancos del sistema inmunitario, lo que provoca una bajada en las defensas. Cuando pasas una mala noche, el cuerpo responde movilizando un gran número de células inmunes, como si se enfrentara a un estrés físico. Esto supone un gran desgaste para las defensas, y te hace más susceptible a las infecciones y a las enfermedades.
También afecta muchísimo al sistema hormonal. Lo que provoca es un aumento en los niveles de grelina, la hormona que estimula el apetito y reduce el gasto calórico. Esto ocasiona que tengas más hambre y comas más, or eso, si sufres quemas grasas más lentamente.
Además, afecta a nuestro corazón. En las fases profundas del sueño, este músculo se recupera del esfuerzo diurno bajando el ritmo cardiaco y si no descansas sigue trabajando intensamente. Por tanto, la tensión se dispara y con ella el riesgo de tener cardiopatías.