¿Estás listo para probar y quieres saber cómo meditar? Hay muchas técnicas para principiantes.
El primer paso es comprometerte a ser regular: 10 minutos cada día y un espacio para sentarte a la misma hora. El lugar no importa, siempre y cuando no te interrumpan.
Encuentra un espacio para relajarte. Siéntate en una silla con las manos apoyadas en tu regazo o rodillas. Mantén la espalda recta. El cuello relajado, el mentón ligeramente metido. Practica durante tus 10 minutos.
Desenfoca tus ojos, mirando suavemente a distancia media. Haz cinco respiraciones profundas, audibles, respirando por la nariz y exhalando por la boca. En la última exhalación, deja que tus ojos se cierren.
Siente tu postura y las sensaciones en las que tu cuerpo toca la silla y tus pies se encuentran con el suelo, el peso de tus brazos y manos descansando sobre tus piernas. Nota cualquier cosa que puedas oler, escuchar o probar.
Vuelve tu mente hacia adentro. Escanea tu cuerpo de cabeza a pies, observando cualquier tensión o incomodidad. No trates de cambiar lo que encuentres, siéntelo. Escanea de nuevo, aunque esta vez fíjate qué partes del cuerpo sientes relajadas. Tómate unos 20 segundos para cada escaneo.
Céntrate en tus pensamientos sin intentar alterarlos. Ten en cuenta tu estado de ánimo, simplemente tomando conciencia de lo que hay sin juzgarlo.
Haz una pausa de unos 30 segundos y recapacita sobre porqué estás sentado hoy. Presta atención a la respiración. No te esfuerces por cambiarla, solo observa la sensación de ascenso y descenso que crea en tu cuerpo. Comienza a contar las respiraciones en silencio: 1 inhalas, 2 exhalas, 3 en la siguiente inhalación, y así hasta 10. Luego, empieza de nuevo en 1. Nota que los pensamientos desaparecen.
Toma conciencia una vez más de lo físico: de la silla debajo de ti, donde tus pies entran en contacto con el suelo, los brazos y las manos que descansan en tu regazo. Observa cualquier cosa que pueda oír, oler, saborear o sentir. Cuando estés listo, abre lentamente los ojos.
Antes de levantarte, piensa lo que harás a continuación, como lavarte los dientes o hacer una taza de té. Es muy fácil levantarse y perder la calma que acabas de crear. Trata de llevar esta conciencia contigo a la siguiente actividad.
Último consejo: a lo largo del día, encuentra momentos para recordar cómo te sentiste: cuando te sientes en tu mesa en el trabajo o cuando tomes tu café de la mañana. No necesitas repetir el ejercicio, solo respirar profundamente un par de veces y observar cómo te sientes.