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En 2020, los seguros de salud facturaron, por primera vez, en España más de 9.000 millones de euros (en estas cifras no se incluyen las primas de los seguros de Subsidio). Y, del mismo modo, este segmento asegurador superó los once millones de clientes, tras sumar más de 469.000 nuevos clientes el último año. Datos que, sin duda, ponen de relieve el creciente interés de los ciudadanos españoles por este tipo de soluciones aseguradoras. De hecho, en 2021, 23,4% de la población española cuenta con una póliza de salud (Asistencia Sanitaria, Reembolso de Gastos o Dental); un porcentaje realmente importante, si tenemos en cuenta que en España todos los ciudadanos tienen acceso al Sistema Nacional de Salud (SNS).
Pueden ser de diversa índole los motivos que pueden despertar nuestro interés por contratar un seguro de salud, ya que son numerosas y muy bien valoradas las ventajas que ofrecen a sus usuarios. Pues bien, en el caso de que estemos valorando la posibilidad de hacernos con una de estas pólizas de seguro, tenemos que saber que, después de seleccionar la entidad aseguradora y el producto que más se amolda a nuestra necesidades, tendremos que seguir las normas de contratación establecidas por cada compañía en particular (en función de sus políticas).
No es habitual que nos pidan un reconocimiento médico para contratar un seguro de salud y en ningún caso es obligatorio
Así, en el caso de los seguros de salud, en cualquiera de sus diferentes modalidades (Asistencia Sanitaria, Reembolso de Gastos, Indemnización o Subsidio y Dental), previo a la formalización de la póliza, deberemos entregar a la entidad aseguradora la solicitud de seguro debidamente cumplimentada; en este documento aparecerán datos como nuestro nombre y apellidos o nuestra edad. Un dato, este último, de suma importancia para las compañías de Salud ya que, evidentemente, el riesgo a asumir aumenta considerablemente con el paso de los años; de hecho, más allá de los 75 años es difícil contratar un seguro de Salud, con excepción de las pólizas Dentales que no establecen una edad límite para su contratación. Además, junto a la solicitud de seguro, para tener acceso a la póliza elegida, la entidad aseguradora nos obligará a cumplimentar un cuestionario de salud.
El cuestionario de salud es un documento que la entidad aseguradora nos facilitará, adaptado a la modalidad de seguro que deseemos contratar, y que deberemos entregar perfectamente cumplimentado junto a la solicitud de seguro. En realidad, se trata de una declaración firmada acerca de nuestro estado de salud; datos que, junto a los proporcionados en la solicitud de seguro, servirán para que la compañía valorare el riesgo a asumir de la mejor manera posible. En el cuestionario de salud encontraremos preguntas acerca de nuestro estado de salud actual, así como acerca de nuestro historial médico. Llegados a este instante, el momento de cumplimentar el “test” de salud, es muy importante que seamos lo más rigurosos que podamos a la hora de hacerlo, ya que de lo contrario podemos vernos envueltos en algún que otro problema inesperado; en el caso de los menores de 18 años, deberán ser sus padres o tutores legales quienes lo hagan. Así, una vez entregada la solicitud de seguro y el cuestionario de salud, la compañía analizará nuestro caso concreto y, en función de las circunstancias personales declaradas en el cuestionario de Salud decidirá si nos presta o no la cobertura que deseamos.
Las entidades aseguradoras, fundamentalmente, se valen del cuestionario de salud para saber, previamente a la formalización del contrato, si padecemos alguna de enfermedad grave o alguna dolencia crónica, puesto que el riesgo a asumir no sería el mismo. Son las consideradas en el terreno asegurador como “enfermedades preexistentes”. En estos casos, con el objetivo de valorar este riesgo añadido de manera precisa, podría ocurrir que la compañía nos solicitase los informes médicos acerca de las dolencias en cuestión, por lo que conviene que los tengamos al alcance si estamos pensando en contratar uno de estos seguros; en alguna ocasión (son excepcionales), si la compañía no tiene claro el alcance de las patologías declaradas (a través del cuestionario o los informes médicos aportados) podría instarnos a realizar un reconocimiento médico, pero en ningún caso podría obligarnos a someternos al mismo. En cualquier caso, es poco común que nos pidan un reconocimiento médico para contratar un seguro médico.
Si la entidad aseguradora accede a la suscripción de la póliza que solicitamos, a pesar de haber comprobado en la documentación requerida la presencia de enfermedades crónicas o preexistentes, tendremos que contar con que el precio del seguro puede incrementarse de forma notable o con que la compañía excluya de las coberturas el tratamiento de las dolencias preexistentes. Momento en el que seremos nosotros quienes decidamos si accedemos a la formalización o no de la póliza en las condiciones que nos la ofrecen. Por este preciso motivo, subrayábamos líneas atrás, debemos ser extremadamente conscientes de que no debemos ocultar ningún aspecto de nuestro historial médico a la hora de cumplimentar el cuestionario de salud. Si mentimos o no decimos toda la verdad, puede llegar la ocasión en la que tengamos que hacer uso del seguro y vernos ante un serio problema. Por un lado, la entidad aseguradora podría rescindir de forma unilateral nuestra póliza por “esconder” dolencias preexistentes o crónicas, o no acceder a prestarnos determinados servicios asistenciales (evidentemente, todos los relacionados con las enfermedades o patologías previas que pudiéramos sufrir y no hemos declarado).
Por lo tanto, si tenemos previsto contratar un seguro me´dico, aunque no es obligatorio que nos sometamos a un reconocimiento médico para contratar una de estas pólizas (en ocasiones excepcionales, como acabamos de ver, la entidad aseguradora podría solicitar su realización), debemos tener presente que bajo ningún concepto podemos mentir u omitir información acerca de nuestro historial médico, porque ya hemos visto a lo que nos enfrentamos en el caso de llegar a hacerlo; sin duda, un escenario nada aconsejable, se mire por donde se mire.
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