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La mayoría de las personas en España tiene contratada, al menos, una póliza de seguros. Si se dispone de un vehículo a motor, como un automóvil o una moto, se está obligado, de hecho, a contar con la garantía de cobertura a terceros, de manera que se pueda responder ante un siniestro o cualquier otra incidencia que ocurra en la carretera. Sin embargo, existen muchos otros tipos de seguros, como los de salud, los de accidentes, los seguros de vida o los de hogar, por citar sólo algunos ejemplos.
La práctica totalidad de estos productos suele contratarse por un periodo de un año, aunque, si ninguna de las partes indica lo contrario dentro de los límites fijados por la ley (que suele ser de un mes de antelación con respecto a la fecha de la firma del contrato), suelen renovarse de manera automática.
Si tampoco se advierte de lo contrario, la cuota que abona el cliente normalmente se realiza en un único abono, aunque cada vez es más frecuente que se solicite el pago fraccionado, de modo que la cuantía económica a pagar a la aseguradora se divide en diferentes cuotas, con un carácter semestral o trimestral.
Conocer la diferencia entre prima única y prima periódica puede ayudarnos con los pagos de nuestras pólizas de seguros
Esta cantidad de dinero que se tiene que pagar recibe formalmente el nombre de prima y consiste en el precio que el asegurado debe satisfacer para disfrutar de los servicios que pone a su disposición la entidad a través de la póliza que comercializa. O, dicho de otro modo, gracias a esta prima, el beneficiario del seguro puede disfrutar de las garantías y de las coberturas recogidas en el contrato siempre que se cumplan las condiciones para que se activen.
Por ejemplo, en el caso de un seguro de automóvil, si ocurre un accidente conduciendo, el seguro se ocupará de cumplir con los servicios estipulados en la póliza, y que variarán en función del producto y de las coberturas contratadas. En este ramo, existen desde los seguros a terceros, que son los más básicos para poder circular, hasta los todo riesgo con o sin franquicia que, a cambio de una prima mayor, ofrecen un amplio abanico de garantías y servicios a sus clientes.
Existen diferentes opciones para clasificar las primas de seguros. Yendo a su concepto más nuclear se encuentra la prima pura, que es aquella que solo tiene en cuenta el riesgo real de la protección que se le está ofreciendo al asegurado para establecer su coste económico.
La prima pura se convierte en prima de inventario en el momento en el que se le añaden los gastos de gestión y de administración de la entidad aseguradora que la ofrece en el mercado.
Esta, a su vez, se transforma en una prima comercial o de tarifa al sumarle otros gastos de gestión externa que tiene la compañía, como las comisiones de los mediadores o la inversión en publicidad.
Por otro lado, si las condiciones de la póliza varían, lo hará en similar proporción la cuantía económica a pagar. Continuando con el ejemplo del seguro de automóvil, si se decide pasar, por ejemplo, de un seguro a terceros básico a uno a terceros ampliado, es decir, con un mayor nivel de garantías, lo más frecuente es que la prima cambie y sea más elevada. Lo mismo puede suceder con otro de los productos más contratados, el seguro de hogar, en el que muchas familias, para sentirse más protegidas en su casa, pueden optar por incrementar el volumen de coberturas para estar respaldados ante posibles incidencias a las que nadie está a salvo de sufrir en un momento dado.
Tampoco conviene confundir lo que es una prima fraccionaria de una fraccionada. En el primer caso, la cuantía final de la prima se establece para un periodo de tiempo muy concreto, normalmente inferior a un año, en el que se mantienen las coberturas de la póliza en sentido estricto. Las primas fraccionadas son aquellas que abona el tomador del seguro a través de pagos periódicos más reducidos con respecto al volumen de la prima total a abonar y que suele tener un carácter anual.
Además, también pueden clasificarse las primas si tienen un carácter fijo (que son aquellas que se basan en contratos de seguros con entidades mercantiles, como puede ser el caso de muchas mutuas) o un carácter variable (que, en realidad, son cuotas que van cambiando de acuerdo a los resultados financieros de las organizaciones que ofrecen el producto).
Observando la periodicidad en el pago de la prima de un seguro es posible hablar de primas únicas o de primas periódicas. Si tomamos como ejemplo los seguros de vida, podremos encontrar casos en los que, dependiendo de la edad a la que se contrate, podamos optar a una prima periódica o debamos contratar nuestro seguro afrontando el pago de una prima única.
Una prima única es aquella que se abona en un solo pago. Este pago de primas únicas suele estar vinculado a productos muy concretos, como es el caso de algunos seguros de inversión, de las pólizas de vida y de los seguros de decesos. En muchos de los seguros de inversión, por ejemplo, el objetivo es que el dinero depositado pueda crecer a lo largo del tiempo sin necesidad de tener que llevar a cabo más aportaciones.
En el caso de los seguros de decesos, la vinculación principal suele establecerse según la edad y las condiciones particulares del tomador, y la prima única se refiere, principalmente, a los productos para personas mayores de 65 años. Mientras, en las pólizas de vida, la práctica totalidad del pago de prima única está relacionado con los seguros de vida vinculados a las hipotecas.
La principal ventaja de una prima única es que el tomador se desentiende de tener que llevar a cabo más pagos en el futuro, al menos, hasta que venza la póliza. Sin embargo, es cierto que no todos los usuarios disponen del colchón financiero para elegir esta opción.
En el caso de las primas periódicas, se abonan cuotas cada cierto tiempo, por regla general, un año, también hasta que llega a término el contrato entre cliente y compañía aseguradora.
Los seguros que no han sido mencionados en el apartado anterior y que se comercializan en España suelen tener primas periódicas y es habitual que las compañías ofrezcan cada vez mayores facilidades de pago a sus clientes, por ejemplo, a través del fraccionamiento en el abono de las primas.
Con este tipo de prima, puedes pagar el importe de tu seguro en varios plazos. Esto supone una ventaja para aquellas personas que no tienen una solvencia económica suficiente para desembolsar el total de una sola vez o para quienes prefieren considerarlo un gasto fijo más en la economía familiar.
Lo que distingue a estos dos tipos de prima no es sino la forma en que se realiza el abono de la misma. Con una de ellas, cubriremos en un solo pago la totalidad del importe, y con la otra, iremos pagando una prima anual, de manera periódica y en los plazos que la aseguradora estime oportunos, el importe fraccionado.
No hay, entonces, una prima mejor que otra. Solo depende del tipo de seguro que contrates y de tu capacidad económica. Lo mejor es poder adaptar la prima de tu póliza de seguros a tu ritmo de vida de manera que tener un extra de tranquilidad no suponga un menoscabo en tu presupuesto.
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