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Definimos los daños a terceros como los daños que son causados por una persona física a otra persona o entidad. Estos daños pueden ser tanto materiales (un golpe a un vehículo o una humedad en la casa del vecino) como físicos hacia otra persona (si en el golpe con un vehículo el otro conductor o alguno de sus pasajeros resultase herido).
Cuando una persona produce este tipo de daños -ya sean físicos o materiales- a otra persona, tiene la responsabilidad de arreglarlos o indemnizar a la persona que recibe el daño.
Es muy importante que el seguro cubra los daños a terceros para asegurarnos de que en caso de que haya algún accidente, los daños estén cubiertos en su totalidad
Es importante a la hora de contratar un seguro tener en cuenta la cobertura a terceros. Cuando el seguro es para un vehículo, o tenemos una mascota que entra dentro de la categoría PPP (perro potencialmente peligroso) es obligatorio por ley tener un seguro que cubra los daños a terceros.
Hay otros tipos de seguros que no son obligatorios, pero que pueden ser de gran ayuda frente al elevado gasto que puede acarrear una situación en la que accidentalmente ocurriera un daño o perjuicio físico o material hacia un tercero.
Después de mencionar estos ejemplos de daños a terceros, cabe destacar la importancia de tener un seguro con una amplia cobertura, que puede ser muy útil a la hora de sufragar los gastos producidos por un daño o perjuicio a terceros. Cuanto más alta sea la cobertura de daños a terceros de nuestro seguro, en cualquier tipo de seguro, mayor será el importe que cubra a la hora de tener que hacerse cargo de una indemnización por daño o perjuicio.
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