A medida que avanzan los años, todos vamos adquiriendo mayores responsabilidades y, sin duda, las más exigentes son las personales. Con esto nos referimos a padres, abuelos, sobrinos o hijos. Principalmente al núcleo familiar con el que convivimos habitualmente.
Puede que tu trabajo sea el único sustento del núcleo familiar o que en casa trabaje más gente. También puede darse el caso de tener personas mayores, niños o personas enfermas a nuestro cargo o custodia. Tenemos hipoteca, seguros de coche y casa en la playa por pagar mes a mes y no podemos permitir que, en el caso de que suceda cualquier eventualidad en forma de accidente o enfermedad, nuestros seres queridos se queden sin una atribución económica para poder salir adelante, al menos, durante los primeros años desde el suceso.
Ahora bien, existen dos tipos de seguros que podemos contratar cuando estamos sanos asegurándonos así, que tanto nosotros como nuestros seres queridos estarán a salvo en el caso de que suceda algún accidente imprevisto, enfermedad o defunción.
Nos referimos al Seguro de Vida y el Seguro de Accidentes.
Seguro de vida: contrato por el cual una de las partes (asegurador) se obliga, mediante el cobro de la prima estipulada y pagada por el tomador del seguro, a satisfacer al beneficiario un capital, una renta y otras prestaciones convenidas, en caso de muerte del asegurado, supervivencia o ambos eventos conjuntamente. Además, el seguro de vida cubre el hecho de que el asegurado sufra un accidente corporal. También evita al propio asegurado o a sus beneficiarios de las consecuencias económicas desfavorables que todo accidente y sus lesiones ocasionan.
Seguro de Accidentes: cubren el futuro bienestar de tu familia y el tuyo propio si no pudieras seguir ocupándote de ellos por una inclemencia derivada de un accidente externo.
Ambos tienen más o menos cosas en común aunque hay muchas coberturas que las diferencia como:
Hay personas que deciden contratar los dos tipos de modalidades. Sobre todo personas cuyas profesiones tienen cierto riesgo de sufrir algún tipo de accidente. En este caso, ante cualquier inclemencia el asegurado o su familia cobrarían por parte de los dos seguros.