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Al hablar de siniestro en el ámbito de los seguros, nos referimos a una contingencia o acontecimiento que tiene como resultado un perjuicio físico o material. Este suceso puede haber sido previsto en la póliza del seguro del cliente y así la compañía aseguradora indemnizará en consecuencia. Pero si el accidente solo está cubierto en parte por el seguro contratado, entonces es cuando hablamos de un siniestro parcial.
Siendo mucho más técnicos, el siniestro parcial se da en un caso de infraseguro, lo que significa que, al producirse el desafortunado hecho, el valor auténtico de lo que hemos asegurado, ya sea un automóvil en un seguro de coche o la casa con un seguro de hogar, es mayor que la suma por la que lo hemos asegurado. En estos casos, la compañía aseguradora emplea la regla proporcional.
Esto significa que el daño que se ha producido se cubrirá en proporción entre el valor que realmente tiene el elemento asegurado cuando se produce la contingencia y el capital que se ha asegurado. Así pues, en casos de siniestro parcial, el asegurado no recibiría una indemnización que cubra totalmente los daños fruto del siniestro, sino que la misma siempre será menor a lo que haya podido perder el tomador o la persona designada como beneficiario en el contrato, si por ejemplo hablamos de un seguro de vida en la que, como es lógico, la indemnización va asignada a otra persona.
En un siniestro parcial, el asegurado probablemente recibirá una indemnización más baja que lo que haya podido perder en el siniestro en cuestión
Como hemos dicho, la compañía aseguradora empleará en estos casos la regla proporcional, aplicando la fórmula que se utiliza en estas situaciones para los cálculos de las indemnizaciones, todo bajo la normativa que recoge la ley de contratación de seguros en su décimo artículo. Dicha fórmula multiplica la cuantía que se ha asegurado por la cifra a la que asciende el cálculo de los daños y lo que nos da, se divide por la cifra que se ha dispuesto como valor de lo que habíamos asegurado con la compañía.
Pero seguramente es mucho mejor verlo a través de un ejemplo. Pongamos que con nuestro seguro de hogar hemos establecido una cantidad asegurada de 100.000 euros, pero tenemos un percance con las tuberías y la cuenta de daños asciende a 40.000 euros, aunque si atendemos al valor real de todo lo que teníamos asegurado y se ha visto afectado por el agua es de 200.000 euros. En este caso las cuentas de la fórmula serían: (100.000 x 40.000) / 200.000 = 20.000; es decir, el tomador solo recibiría la mitad de la cantidad por la que se cuantificaron los daños. El ahorro que podría haber conseguido el asegurado con el pago de una prima inferior termina siendo mucho menor que las pérdidas si sufre un siniestro parcial.
Estos casos, con unas consecuencias desafortunadas muchas veces, nos permiten comprobar lo necesario de contar con un asesor de seguros de confianza que pueda aconsejarnos de manera profesional y nos ponga en la mesa todas las posibles circunstancias que pueden acontecer, revisando todos los aspectos y cláusulas de un contrato de seguro para poder tener bien cubiertos todos los posibles riesgos. Algunas veces es mejor contar con un seguro a todo riesgo, algo bastante normal en seguros de moto o automóvil, que nos cubren para todo tipo de contingencias.
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