Si detectas que tu perro no se alegra ante la presencia de otro igual, y además comienza a retirarse con las orejas gachas y la cola entre las patas, se enconde y trata de intimidarle, préstale atención, porque te puede estar indicando que está incómodo.
Todas esas señales son síntomas de miedo, que para un ser vivo es una emoción necesaria y vital. El temor permite que los animales reaccionen ante el peligro, pero si se convierte en una fobia puede convertirse en un problema. De hecho, los paseos se pueden convertir en una pesadilla tanto para ti como para tu animal.
El miedo es una situación de estrés ante ciertas situaciones que supone una serie de procesos fisiológicos y anatómicos encaminados a hacer frente al problema. Siempre está relacionado con la sumisión.
Tu perro en una situación de miedo tiene dos opciones, escapar o luchar. Sin embargo, existe una posibilidad intermedia entre ambas, que pasa por que el animal presente una actitud de sumisión. El miedo social está desencadenado por estímulos previamente adquiridos en situaciones de conflicto con otros miembros de la especie.
Si sabemos interpretar las señales que nos da nuestra mascota, podremos evitar muchos conflictos. A través de sus expresiones, los perros informan a otros miembros de su especie acerca de sus intenciones y deseos. Este intercambio es fundamental para los animales sociales, ya que evita disputas entre miembros de la manada que podrían terminar en lesiones.
El hecho de que tu perro tenga miedo no debe frustrarte, ya que es un mecanismo de defensa ante situaciones que percibe como negativas.
Es posible que tu perro pueda sentir temor debido a una falta de socialización temprana, es decir que no tuvo suficiente contacto con otros perros cuando era un cachorro. Esto puede darse de manera frecuente entre aquellos canes a los que separaron de su camada muy pronto y que luego no han convivido con otro en su familia adoptiva.
Si tu perro se asusta con bastante facilidad, es posible que se pueda deber a que tuvo una experiencia traumática en el pasado. Por ejemplo, puede suceder en cosas tan cotidianas como que un perro de tamaño más pequeño se encuentre con otros más grandes y con mucha energía que quieran jugar con él de una forma más brusca y se asuste. También puede deberse a los ataques reales de otros perros.
Una reacción muy frecuente por parte de los dueños ante un perro asustado es acariciarlo y hablarle dulcemente para calmarlo. Pero esta actitud hacia la mascota solo empeora la situación, porque este comportamiento solo le está dando al perro la confirmación de que es correcto comportarse así. Por otro lado, forzarlo a estar entre los otros perros tampoco es una buena idea, e incluso puede empeorar tu relación con tu animal.
Para ayudar a nuestro perro a que no sienta temor ante la presencia de otros semejantes, lo primero es aceptarlo cómo es y no forzarlo a superar ese sentimiento en un solo día. Deberás reforzar la confianza y la seguridad del perro poco a poco.
Para ello puedes utilizar estas técnicas:
Si en alguna situación de estrés a tu perro le ocurriese cualquier percance, contar con un buen seguro veterinario os dará mayor tranquilidad.