Fiscalidad de los fondos de inversión: que no se te escape nada

Seguro que no has oído hablar mucho del valor de reposición en tu día a día, pero puede llegar un momento en que necesites saber a qué se refiere. Hoy te lo contamos, para cuando llegue ese momento. Finanzas

Desde hace ya un tiempo son muchos los particulares que se interesan por los fondos de inversión, hasta el punto de que se han convertido poco a poco en uno de los productos de ahorro e inversión más populares. ¿Por qué ocurre esto? ¿Es fácil manejar nuestro capital entre unos fondos y otros? ¿Es algo que incluso alguien con poca formación en finanzas podría hacer? 

Quizá la clave se encuentra en que los fondos de inversión presentan unas ventajas fiscales que vamos a presentarte a continuación, para que puedas determinar si se trata de un producto adecuado para tus necesidades de ahorro. 

Funcionamiento de un fondo de inversión

Antes de entrar a valorar las ventajas fiscales, vamos a hacer un breve recuerdo del funcionamiento de un fondo de inversión. 

Los fondos de inversión se constituyen como instituciones de inversión colectiva. Tras este título se esconde una de sus primeras ventajas, pese a no ser una ventaja fiscal como tal: el particular que decide realizar un aporte a un fondo de inversión no va a ser responsable de la compra y venta de las acciones u otros instrumentos financieros a los que se dedique el fondo: simplemente, tendrá participaciones de este.

Los instrumentos financieros en los que invierte el fondo de inversión tienen un valor en los mercados, y por tanto están sujetos a subidas y bajadas de valor que producen la rentabilidad del capital o las posibles pérdidas. El partícipe en un fondo se beneficia de la posibilidad de participar en las compras y ventas a gran escala que realizan los gestores de estos fondos, así como de las plusvalías generadas.

Las ventajas directas en la fiscalidad de los fondos de inversión

 A las siguientes ventajas las vamos a denominar ventajas directas, ya que se encuentran recogidas de forma concreta en la norma vigente.

Sólo se tributa al deshacer la inversión

Como se puede deducir fácilmente, siempre que se genere una plusvalía se deberá pagar un impuesto, como sucede con todas las inversiones. Sin embargo, los fondos de inversión presentan la posibilidad de que la primera inversión se deshaga, y se vuelva a invertir en la compra de participaciones en otro fondo de inversión, en definitiva, realizar un traspaso de capital entre fondos. 

Pues bien, dicho traspaso de capital, pese a haberse producido una plusvalía como resultado de la primera inversión, no está sujeto a tributación alguna, está exento de impuestos. Solo habrá que pagar impuestos en el momento en que se deshaga completamente la inversión y vendamos todas las participaciones de nuestros fondos, pasando a disponer de nuestro capital. 

Sólo se tributa por los beneficios obtenidos

Pero a diferencia de los planes de pensiones, el impuesto no se calculará sobre el total del capital invertido más sus beneficios, sino tan solo sobre la plusvalía obtenida, ya que los fondos de inversión se consideran instrumentos de ahorro, y por tanto los beneficios han de incluirse en la base imponible del ahorro. Por su parte, los planes de pensiones deben tributar por el total del capital invertido más los beneficios generados, que pasan a formar parte de la base imponible general, y que tienen, como veremos, porcentajes de tributación muy diferentes.

Los fondos de inversión tributan solo por los beneficios obtenidos y cuando se reembolsa el capital invertido, poniendo así fin a la inversión

Permite compensar ganancias con pérdidas

Dado que los fondos de inversión invierten sus capitales en instrumentos financieros sujetos a las variaciones de los mercados, puede darse el caso de que el resultado en un determinado ejercicio resulte negativo, es decir, que nuestro fondo presente pérdidas. Pues bien, la ley del IRPF permite que estas pérdidas se compensen con las ganancias que se generen por la inversión en fondos u otros activos hasta cuatro años después. 

En otras palabras, cuando nuestros fondos o acciones presenten ganancias podremos disminuir la cantidad por la que debamos tributar restándole las pérdidas que hayamos tenido anteriormente.

¿Cuánto tributa un fondo de inversión?

Para valorar la importancia de estas ventajas fiscales que estamos detallando es importante disponer de los datos concretos sobre los porcentajes a aplicar a nuestros beneficios, así como los porcentajes que debemos aplicar a la base imponible general, de manera que podamos comparar el valor de la ventaja fiscal. 

Así, en el caso de los fondos de inversión, cuando el beneficio no supera los 6.000 euros, se debe aplicar un 19%; en caso de obtener un beneficio entre los 6.000 y los 50.000 euros, el porcentaje es del 21%; entre los 50.000 y los 200.000 euros se aplicará un 23%; finalmente, si se superan los 200.000 euros de beneficio se deberá aplicar un 26%. Hay que tener en cuenta que en el País Vasco y en Navarra estos tramos son diferentes. 

Por su parte, la base imponible general, en la que se incluyen nuestros salarios y los rendimientos de otras actividades económicas, presenta los porcentajes siguientes: hasta los 12.450 euros se aplica un 19%; entre los 12.450 y los 20.200 euros se aplica un 24%; entre los 20.200 y los 35.200 se aplica un 30%; entre los 35.200 y los 60.000 un 37%; finalmente, desde los 60.000 euros el porcentaje sube al 45%.

Como se puede ver, no es exagerado hablar de ventaja fiscal en el caso del beneficio obtenido en los fondos de inversión

Ventajas indirectas de la fiscalidad de los fondos de inversión

Indirectamente, esta forma de tributar que hemos detallado antes produce dos ventajas más, que son el aumento del capital a invertir, y la deducción de los gastos

Dado que la obligación de tributar no se da hasta la venta final del capital invertido, y se tiene la posibilidad de traspasar capital de un fondo a otro sin necesidad de tributar, la consecuencia es que el beneficio que no se ha usado para el pago de impuestos, pasa a convertirse en capital que puede seguir revalorizándose a lo largo del tiempo, aumentando así la cantidad sobre la que se aplicará el porcentaje de revalorización, y, por tanto, el beneficio obtenido. 

Por otra parte, al ser fondos gestionados por entidades financieras, pueden presentarse gastos que luego podremos deducir de nuestros beneficios; es más, las propias entidades se encargan de aplicar estas reducciones. Se trata de los gastos de adquisición de las participaciones en el fondo, los gastos de mantenimiento, y finalmente, los gastos de reembolso, si existen. 

Estas cantidades pueden deducirse de los beneficios, por lo que funcionan también como un agente reductor de la cantidad por la que debamos tributar al producirse el reembolso de nuestro capital una vez finalicemos la inversión.