La importancia de detectar una meningitis a tiempo

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La meningitis es un tipo de infección que puede darse de dos tipos, de forma vírica, bacteriana o por hongos. Este último caso es muy agresivo y puede resultar incluso mortal por lo que la detención precoz es fundamental.

Para tu tranquilidad, en el 80% de los casos se trata de una infección vírica y son los de mejor pronóstico. En torno al 15% están causadas por una bacteria, y están consideradas como las más graves. Las restantes pueden tener su origen en intoxicaciones, infecciones por hongos, la de toma de algún medicamento, o la existencia de otras enfermedades.

Cuando se trata de una meningitis bacteriana aguda, un retraso en el diagnóstico y en el comienzo del tratamiento antibiótico puede implicar secuelas graves e incluso la muerte, por eso es tan importante la detención temprana.

Síntomas que nos alertan de una meningitis

Es fundamental que sepas reconocer los signos y síntomas iniciales de una meningitis. Ten en cuenta que muchos son comunes a otras enfermedades banales como:

  • fiebre
  • vómitos
  • cefalea
  • diarrea
  • escalofríos
  • malestar general
  • dolores musculares
  • rigidez en la nuca
  • intolerancia a la luz o los sonidos fuertes.
  • pérdida de la consciencia
  • erupciones en la piel

La sintomatología tan inespecífica en sus fases iniciales –fiebre, dolor de cabeza, escalofríos…- que puede hacer que sea prácticamente indistinguible esta grave enfermedad de cualquier otro cuadro clínico corriente.

Según se desarrolla la meningitis, aparecen los signos meníngeos clásicos, y el paciente muestra rigidez en la nuca con intenso dolor a su movilización, y los vómitos son proyectivos y sin náusea previa.

De forma progresiva pueden aparecer letargia, estupor, afectación grave del estado general y convulsiones. Las famosas petequias, unas diminutas manchas rojizas que no desaparecen al estirar la piel, no son específicas de la meningitis. De hecho, la causa más frecuente de la aparición de estas es una infección vírica. Sin embargo, si estas lesiones aumentan de tamaño rápidamente, son indicativo del desarrollo de meningitis bacteriana.

La meningitis puede presentarse en cualquier momento de la vida de una persona. En el caso de los lactantes las manifestaciones clínicas pueden ser fiebre alta, somnolencia o irritabilidad excesivas, inactividad, llanto constante y rechazo de la alimentación. En cuanto a los ancianos pueden presentar únicamente alteración del nivel de consciencia, sin fiebre ni rigidez de nuca.

Ante la sospecha de estos síntomas no dudes en acudir a tu médico https://seguros.elcorteingles.es/salud/ para que haga el diagnóstico más adecuado.

Tipos de meningitis

Las meningitis consisten en una inflamación de las membranas (meninges) que rodean al cerebro y la médula espinal. Generalmente, aunque no siempre, tienen una causa infecciosa.

  • Meningitis víricas: entre los virus más frecuentes que pueden originar una meningitis son los mismos que causan la gripe, la varicela, el herpes simple, las paperas o el sarampión. Afortunadamente, en la mayoría de los casos se curan solas y no dejan secuelas.
  • Meningitis bacterianas: este tipo son graves y requieren tratamiento antibiótico urgente. Entran en el torrente sanguíneo y que viajan hasta el cerebro y la médula espinal pueden causar meningitis bacterianas agudas. También puede manifestarse cuando las bacterias invaden directamente las meninges desde un foco localizado en la vecindad, como una infección de oído o de los senos paranasales, una fractura de cráneo o, en casos poco frecuentes, después de algunas cirugías. El neumococo y el meningococo son las bacterias responsables de más de la mitad de las meningitis agudas en España. El neumococo es la causa más frecuente de meningitis bacteriana en lactantes, niños pequeños y adultos. La meningitis meningocócica es una infección muy contagiosa que afecta, principalmente, a adolescentes y adultos jóvenes.

Actualmente, el calendario de vacunas español contempla la administración de vacunas que inmunizan frente a algunas de las bacterias susceptibles de causar una meningitis. Éste es el caso de la vacuna antimeningocócica conjugada, que protege frente a cuatro tipos de meningococo.

También se dispone de una vacuna frente a la bacteria Haemophilus influenzae tipo b (Hib), que era la más frecuente entre los niños. Ambas son eficaces y han logrado disminuir de forma considerable la incidencia de estos tipos de meningitis.

Por otro laso esta la bacteria el Streptocous neumoniae, que también puede causar esta enfermedad y que es especialmente peligrosa en los recién nacidos. Para esta última bacteria también se dispone de una vacuna, aunque está indicada para personas de edad avanzada.

La prevención de la meningitis bacteriana se hace mediante dos medidas principalmente: la vacunación y la quimioprofilaxis.

Con la primera se inmuniza al individuo contra un germen y se evita así que adquiera la infección. La inclusión de las vacunas conjugadas frente al neumococo, el meningococo C y Haemophilus influenzae tipo b en los calendarios vacunales sistemáticos ha supuesto una importante disminución de la incidencia de estas enfermedades.

En cuanto a la quimioprofilaxis, consiste en la administración de un antibiótico durante cortos periodos de tiempo en las personas que han estado en contacto con un paciente diagnosticado de meningitis. Es importante saber que no todos los tipos de meningitis requieren profilaxis antibiótica para los contactos, en concreto la meningitis neumocócica (el tipo más frecuente) no requiere quimioprofilaxis.

Sin embargo, los contactos cercanos de pacientes con enfermedad invasora por meningococo tienen mayor probabilidad de desarrollar la enfermedad los siete días siguientes, por lo que sí estará indicada la quimioprofilaxis en determinados casos.

En el caso de que se haya diagnosticado un caso de meningitis de este tipo deben tomar la profilaxis antibiótica todas aquellas personas que hayan tenido contacto estrecho con el paciente.

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