Abolladuras en el coche: qué hacer
Mantener la carrocería de nuestro vehículo en perfecto estado es una tarea ardua, especialmente en las grandes ciudades donde el mobiliario urbano, el volumen del tráfico o el propio vandalismo no nos lo pone fácil. Todos hemos ido a coger nuestro coche en algún momento y nos hemos encontrado con la desagradable sorpresa de ver la chapa hundida en alguna zona. Si bien la mayoría de las veces son daños estéticos, lo cierto es que esa zona es más susceptible de oxidarse más rápido y, en función de donde esté la abolladura, puede afectar al correcto funcionamiento de las partes móviles del vehículo.
Dependiendo de la gravedad de la abolladura, las medidas a tomar pueden ser diferentes: desde intentar arreglarlas por nuestra cuenta hasta llevarlas a un taller especializado para que sean los profesionales de chapa y pintura los que se encarguen de la reparación. La primera opción no es la más recomendable, ya que los resultados no suelen ser los mejores, por lo tanto, los pasos que debemos seguir empiezan por revisar la póliza de nuestro seguro del vehículo.
Otra cuestión importante a tener en cuenta es si la abolladura se ha producido sin contrario, es decir, nos encontramos con ella al acercarnos a nuestro coche, la producimos nosotros contra algún objeto o nos la produce un tercero. En función del seguro que tengamos, se actuará de una u otra forma.
Los seguros de coche que podemos contratar tienen varias coberturas posibles, desde los seguros a terceros básicos a los seguros a todo riesgo. Los seguros a terceros no ampliados generalmente no incluyen reparaciones al vehículo propio. Si no tenemos una plaza de garaje es interesante que nuestro seguro no sea básico, sino contar con pluses que nos eviten un sobrecoste inesperado.
En caso de que la abolladura de nuestro vehículo se haya producido por causa de un tercero que se hace responsable, bien de forma presencial o bien porque nos ha dejado sus datos, lo más inmediato es realizar el parte amistoso de accidente. Lo importante es estar de acuerdo en cómo se ha producido el siniestro; si no hay acuerdo es necesario avisar a la policía o guardia civil y, si es posible, contar con testigos. En el parte de accidente, además de la explicación de cómo se ha producido el siniestro, debemos incluir los siguientes datos: número de póliza de ambos, teléfonos de contacto, número de matrículas y datos de las compañías aseguradoras. A partir del momento en que se da el parte, son las propias aseguradoras quienes se encargan de realizar las gestiones para llevar a cabo la reparación. En la mayoría de los casos, podremos elegir el taller en el que llevarla a cabo, aunque no siempre será así y tendremos que realizarla en un taller asociado a la misma.
Si nuestro seguro es a todo riesgo o contamos con esa cobertura ampliada en nuestra póliza, y la abolladura la hemos producido nosotros involuntariamente, tendremos igualmente que dar un parte sin contrario y el proceso será idéntico al descrito anteriormente.
Si nuestro seguro no cubre los daños propios y no hay otros vehículos implicados o somos nosotros los causantes del siniestro, no tendremos el derecho a reparación cubierto por parte de nuestra compañía y es cuando comienza la ardua tarea de búsqueda de taller y llevar a cabo la petición de presupuestos. No todas las compañías aseguradoras admiten a todos los vehículos en circulación asegurados a todo riesgo o con altas coberturas. Dependiendo de si es un vehículo particular o profesional y, especialmente, si es muy antiguo o el estado general del mismo no es óptimo, pueden no admitirnos la contratación de este tipo de pólizas y simplemente podremos ampliar las coberturas que nos permitan.
Por lo tanto, el seguro cubre abolladuras del vehículo siempre que la póliza lo tenga reflejado expresamente con cobertura de daños propios y si no somos culpables pero se identifica el responsable del siniestro. En el resto de los casos, para quitar la abolladura de nuestro vehículo, no quedará más remedio que acudir a un taller de chapa y pintura y pagar la reparación del mismo o, tratar de quitar la abolladura de forma “casera”, si es que el tamaño y la ubicación de la misma, así como nuestra destreza lo permiten.