Relación entre velocidad y consumo de combustible

Automóvil

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Dentro del proceso de compra de un coche nuevo, y siempre que nos mantengamos dentro del grupo que mira cuánto se quiere gastar y evalúa todos los datos antes de comprarlo, lo más habitual es empezar pensando en el precio de este, en la potencia que vamos a necesitar, en el uso que le vamos a dar, e incluso en ocasiones, hacemos una comparación de los seguros de coche para cada uno de ellos, hasta dar con el coche que mejor se adapta a nuestras necesidades, y por supuesto, a nuestros bolsillos. 

Sin embargo, después del tiempo que hemos invertido en encontrar ese coche que queremos, pocas veces caemos en que nuestra forma de conducir, e incluso las velocidades a las que conducimos, son también factores que influyen en nuestro gasto, sobre todo cuando decidimos ir más deprisa. Efectivamente, el aumento de la velocidad a la que circulamos provoca un aumento en el consumo de combustible, y, por tanto, el viaje terminará saliendo más caro. 

¿Por qué tiene relación la velocidad con el consumo?

Para contestar esta pregunta debemos acudir a la física, y en particular, al término de resistencia aerodinámica. Para comenzar a moverse, el coche debe vencer una resistencia generada por el aire que tiene a su alrededor. Cuando el coche parte de velocidad cero, la resistencia que debe vencer es muy baja, ya que uno de los elementos de la fórmula, la velocidad, es nulo. Sin embargo, a medida que aumenta la velocidad, la resistencia aerodinámica también aumenta, solo que no lo hace de forma proporcional, sino de forma mucho más elevada. 

Una vez que el coche está en movimiento, la velocidad empieza a contar como factor para tener en cuenta en la fórmula; además, hay que contar con otros factores, como el coeficiente de resistencia aerodinámica, que a su vez dependerá de la superficie frontal del coche, y de la densidad del aire. 

Tenemos un coche que se desplaza a una velocidad de 70 km/h, y vamos a subirla hasta los 140 km/h. Está claro que estamos duplicando la velocidad. Sin embargo, atendiendo a la fórmula, la resistencia aerodinámica se habrá multiplicado por cuatro.

Es el momento de incluir un factor más en la explicación: la potencia. Nuestra intención es pasar de 70 km/h a 140 km/h, para lo cual debemos vencer una resistencia aerodinámica que es cuatro veces la que teníamos al iniciar la subida de velocidad. Sin embargo, la potencia que necesitaremos para vencer esta resistencia no crece en la misma proporción, ya que la potencia requerida será igual al cubo de la que se requería en un principio. Es decir, deberemos multiplicar por ocho el valor inicial

Esta necesidad de mayor potencia para alcanzar determinada velocidad genera el aumento del combustible que estamos evaluando. No es difícil por tanto entender que, a mayor velocidad, mayor consumo de combustible

Te dejamos a continuación la fórmula con la que se puede hallar la resistencia aerodinámica a la que se enfrenta un coche en movimiento. Como ves, esta resistencia es fruto de multiplicar el coeficiente de resistencia (Cw), por los metros cuadrados de resistencia frontal (A), por la densidad del aire (p) y por la velocidad al cuadrado (V2), y dividido finalmente entre dos. 

Algunas recomendaciones para ahorrar combustible

En este blog siempre tratamos de ayudarte con tus ahorros del día a día, ya sea con tu seguro de coche, con tus neumáticos o con tu combustible. Y pese a que la explicación anterior ya ofrece la idea de que toda vez que tratamos de alcanzar una velocidad superior a la que llevamos aumentará a su vez el consumo del coche, existen otros factores que deben ser tenidos en cuenta. Entre otros, el par óptimo de cada motor. 

Este par óptimo viene reflejado por las revoluciones del motor a las que el vehículo ofrece el mejor rendimiento con el menor esfuerzo. Así, por ejemplo, podemos ver que un motor que llevamos en sexta marcha consumirá menos alrededor de las 2000 revoluciones por minuto, mientras que si lo aceleramos a las 3000 o 4000 rpm necesitará de más potencia y por lo tanto de un mayor consumo. 

En ocasiones, puede ocurrir que estemos aplicando el efecto contrario, es decir, que queramos que el coche ofrezca una respuesta óptima desde un número muy bajo de revoluciones, obligándonos así a pisar el acelerador más de lo recomendado. Esta situación se denomina aumentar la carga del motor, en el sentido de que estaremos pidiendo al motor una aceleración muy alta desde muy bajas revoluciones, forzando por tanto el motor a responder. Pues bien, haciendo esto, también estamos aumentando el consumo de combustible. 

Lo óptimo para regular el consumo de combustible es tratar de adecuar los cambios de marcha a la velocidad que necesitamos, y al mismo tiempo tratar de evitar aumentar las revoluciones del motor de forma significativa. Un cambio de marcha adecuado puede estar alrededor de las 1500 o 2000 rpm, elevándolas gradualmente al tiempo que alcanzamos mayor velocidad. Todo esto, por supuesto, salvo que se necesite revolucionar más el motor para alcanzar una aceleración mayor, como puede ser necesario en un adelantamiento o en la incorporación a una vía. 

Por otra parte, si circulamos con las ventanillas bajadas estaremos creando una resistencia mayor, por lo que la potencia necesaria para alcanzar determinada velocidad será también mayor, y por tanto el consumo terminará creciendo también. El uso del aire acondicionado, en particular cuando se superan los 90 km/h, es más recomendable que bajar las ventanillas.  

Y otro factor importante es revisar la presión de los neumáticos. Si seguimos las indicaciones del fabricante Michelín, la resistencia a la rodadura que ofrecen los neumáticos provoca hasta el 20% del gasto de combustible, y cuando circulamos con presiones bajas en los neumáticos, el consumo puede ser hasta un 5% superior al que tendríamos si estuvieran en su nivel correcto. 

Por último, es también importante tratar de evitar frenazos y acelerones bruscos, para lo que el mantenimiento de una velocidad de crucero constante será también una gran ayuda.