¿El seguro a todo riesgo cubre las llantas?

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Si todas las partes de un vehículo son indispensables para una conducción adecuada y segura, las llantas son uno de los elementos que se encuentran en el “top ten” ya que sin ellas no se podría circular. 

Las llantas son las encargadas de aportar estabilidad, adherencia y sujeción a las ruedas y por tanto, al resto del vehículo. Muchas personas ajenas al mundo del motor creen que las llantas tienen una función puramente decorativa, pero nada más lejos de la realidad. Aunque sí es cierto que son un elemento que aporta belleza a los vehículos y hay quien decide cambiar las de vienen de serie por otro modelo o incluso las realiza a medida, las llantas tienen además un papel imprescindible, ya que el buen estado de las ruedas también depende de algún modo de ellas. 

Las llantas también tienen la función de soportar el peso del vehículo cuando este se encuentra parado, dando lugar a que los neumáticos tengan que soportar menos peso y por ende se prolongue la duración de estos al desgastarse menos las cubiertas de las ruedas. 

Por supuesto, las llantas son, por su situación, bastante susceptibles de sufrir daños y tendremos que comprobar si tener un seguro de coche a todo riesgo nos cubriría las mismas.

¿Cuáles son los daños más habituales que suelen producirse en las llantas?

  • Daños a causa de un accidente en carretera.
  • Daños a causa de un mal mantenimiento de los neumáticos. A veces no los llevamos correctamente hinchados (les ponemos más cantidad de aire de la recomendada por el fabricante) o por el contrario, los llevamos demasiado bajos. En otras ocasiones necesitan un cambio por estar demasiado desgastados y no siempre se realiza cuando se debiera hacer. Todo este tipo de factores también pueden influir en el estado de las llantas y producir daños en ellas. 
  • Daños a causa de un “bordillazo”. ¿A quién no le ha sucedido esto? Es un siniestro muy habitual cuando tratamos de aparcar nuestro vehículo junto a la acera. A veces, si lo hacemos deprisa, con poco cuidado y a más velocidad de la debida, podemos chocar con el borde de la acera de una forma determinada, de modo que podemos “pellizcar” la rueda consiguiendo que se pinche el neumático (o se rompa, directamente), dañar la llanta por el impacto con el bordillo, o pueden darse las dos situaciones en un mismo golpe, si tienes mala suerte.  
  • Cambiar las ruedas de una en una quizá puede hacer que las llantas sean de diferente modelo si la que cambias estaba dañada y acabar dando problemas. Lo ideal es que las ruedas se cambien de dos en dos e intentar mantener la misma marca y modelo para favorecer la simetría y evitar averías futuras. También es importante que el coche lleve un buen montaje de las ruedas y que se le haga el paralelo cada vez que se cambien.
  • Robo. Aunque parezca una locura, a veces, las llantas son robadas; es algo que sucede más de lo que creemos, sobre todo con ciertos modelos de automóviles.

Si llegado el momento, tenemos que enfrentarnos a alguna de las situaciones que acabamos de mencionar, lo primero que debemos hacer es comprobar qué modalidad de seguro de coche tenemos para, de esta manera, saber si puede sernos o no de ayuda en este caso, ya que situaciones como la falta de mantenimiento o los problemas derivados de cambiar una rueda solamente (y no dos o las cuatro), no suelen estar cubiertos.

Si tenemos un seguro de coche a terceros, posiblemente la compañía aseguradora no se hará cargo de incidentes relacionados con las llantas, ya que además de que no suelen estar cubiertas en ninguna modalidad, estamos ante un tipo de seguro con menos coberturas que otros más completos. Este seguro, que incluye la Responsabilidad Civil Obligatoria, tiene como objetivo fundamental hacerse cargo de los daños a terceros provocados por el vehículo asegurado.  

Lo que sí es un acierto seguro es contar con un seguro de coche a todo riesgo que, además de las coberturas básicas, incluye mucho más supuestos relacionados con las llantas como el robo (ya que, como hemos dicho, otros problemas como la falta de mantenimiento no suelen estar cubiertos por ninguna modalidad de seguro). 

En ese sentido, antes de nada, debemos recordar que existen dos tipos fundamentales de seguros de coche a todo riesgo

  • Con franquicia: es una póliza de seguro de coche a todo riesgo pero con una variación: la prima del seguro es menor, pero en caso de daños propios el asegurado tendrá que hacer frente a la cantidad establecida en el contrato como franquicia. Por ejemplo, en el caso hipotético de que un conductor tenga un seguro a todo riesgo con una franquicia de 300 euros, tras un “llantazo” (acepción que se oye coloquialmente, versión del comentado “bordillazo” pero que ha afectado directamente a la llanta), tendría que acudir a un taller a reparar el daño y el arreglo total costaría –supongamos– 1000 euros. El asegurado deberá abonar los 300 euros de la franquicia de su bolsillo y el seguro se haría cargo de los 700 restantes. Eso sí, solo si el supuesto está indicado en las condiciones generales de la póliza y, según el seguro, puede cubrir el valor de nuevo, el valor venal o valor venal mejorado.  
  • Sin franquicia: esta póliza tiene una prima superior a la anterior, pero el asegurado, en caso de daños propios, no tendría que hacerse cargo de pagos extra llegado el momento. Por ejemplo, en el caso anterior, el individuo no tiene que pagar el importe restante en el taller mecánico especializado, sino que es el seguro el que se hace cargo del 100% del importe, siempre y cuando este supuesto esté incluido en las condiciones generales de la póliza. 

En cualquier caso, lo importante será comprobar si tu seguro a todo riesgo incluye daños relacionados con las llantas, como pasa en la póliza de Mi Coche Direct de Direct Seguros, que pertenece a la aseguradora AXA, donde se expresa que las llantas son unos de los accesorios que deben declararse expresamente al contratar el seguro para su aseguramiento si estas no son de serie.